La finalización de un nuevo año suele venir acompañada de balances, reflexiones y distintas emociones. Culminar un ciclo siempre implica una importante movilización emocional a través del repaso de los grandes eventos que se fueron presentando. Si bien es sano realizar balances debemos saber que hay distintas formas para acercarnos con una mirada constructiva sobre un ciclo que termina.
Difícilmente podamos llegar a definiciones concluyentes al finalizar un ciclo, para ello siempre es sano saber que los balances deben incluir algunos aspectos importantes para que sean justos con nosotros mismos e impliquen un acto de aprendizaje.
Los cierres de ciclos también implican el contacto con las dificultades que debimos afrontar y quizás lo continuamos haciendo. Seguramente durante este ciclo que termina se nos fueron presentando distintos desafíos, situaciones que no hubiésemos podido pronosticar, que nos atraviesan, sorprenden y demandan. Hablar de cómo nos sentimos, compartir con un interlocutor empático y permitirnos la emoción forman parte de un balance empático y constructivo. En ese sentido debemos favorecer una mirada amable y comprensiva con nosotros mismos, favoreciendo la aceptación y la construcción de aprendizajes para la vida.
Un balance del cual podamos obtener aprendizajes debe tener una mirada constructiva, que contemple aquellas situaciones que se presentaron distinto a como hubiésemos deseado, y que nos permita recordar que las personas construimos saber sobre a partir de las dificultades.
Un balance justo también debe incluir nuestra presencia para los demás. Poder preguntarnos sobre el lugar que ocupamos para las personas significativas de nuestras vidas, cuánto nos brindamos para el otro y cuan presentes logramos estar para los demás también hace a un balance justo. Los objetivos cumplidos de los seres significativos de nuestras vidas también son nuestros.
Dar cierre a un ciclo siempre es un buen momento para reconocer a nuestros compañeros de ruta. Apreciar y declarar el papel de los demás durante los objetivos alcanzados y también su presencia ante las dificultades implica la posibilidad de dar un buen cierre a cada ciclo. Ser justos con los balances también es agradecer nuestros compañeros de ruta.
Cada cierre implica un nuevo comienzo con más herramientas. Crecer a la vida es volver a empezar, cada año y en cada ciclo.
Lic. Javier Regazzoni